El severo déficit hídrico pone una vez más sobre el tapete la histórica deuda nacional con las obras de infraestructura para el manejo del agua. Por Fernando Vilella en colaboración con Alejandro Pannunzio y Luciana Tozzini. Publicado por el diario Clarín.
Tenemos cuantiosos recursos hídricos en nuestro país, debemos emplearlos eficientemente para 1) asegurar agua y saneamiento, 2) desarrollo regional, 3) estabilizar y aumentar rendimientos de cultivos 4) aumentar la productividad del agua, preservando sus cualidades y evitando su contaminación, entre otros usos relevantes. En riego, Argentina tiene una tasa de crecimiento muy baja, hoy posee unos 2,2 millones de hectáreas regadas, equivalente al 5,5% de su producción agrícola.
Los últimos años hemos atravesado algunos episodios de sequía, pero sin duda la actual es de las más severas registradas, donde el impacto de las anomalías climáticas acaecidas en 2021 y 2022 nos debe interpelar respecto de la necesidad de la adopción masiva del riego complementario en zonas húmedas, además del aprovechamiento integral de las inmensas áreas áridas, como el valle del Río Negro donde el área bajo riego puede crecer significativamente.
Según datos elaborados por Alejandro Pannunzio y Luciana Tozzini en base a información del Servicio Meteorológico Nacional, para las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe, las anomalías climáticas negativas (entendiendo como anomalías climáticas las diferencias anuales de precipitaciones ocurridas respecto de la media) en 2021 fueron tanto por excesos como por déficit. Los excesos afectaron el 27% de la superficie, siendo con excesos superiores a 125 mm en 11 millones de has y de 250 mm en casi en un millón de has. Eso convivió con déficits en un 61% del total, con un déficit de 125 mm en 10 millones de has. Entramos a 2022 con dos tercios del territorio con el perfil del suelo insuficientemente cargado.
En 2022, la anomalía alcanzó al 94,92 % del total del área, llegando en 7 millones de has a déficits de 500 mm respecto a la media, en 30 millones de has fue de 350 mm y en 42 millones de has con menos de 250. (Cuadro 2). Lamentablemente estos balances negativos se extendieron durante todo este año, se suma en algunas zonas un evento de heladas extraordinarias en febrero.
Resumiendo, en 2021 y 2022 en 42 millones de has (61 % del área) hubo un déficit respecto de la media de 166 mm de precipitaciones y que en 2022 casi 65 millones de has (94,92 %) del área tuvieron un déficit medio de 277 mm.
Ahora, ¿Qué cantidad de agua sería necesaria para suplir dichos déficits en 10 millones de has (área potencial para riego en Argentina), durante 120 días, proveyendo esos 277 mm?
Con una eficiencia global del 70%, el CAUDAL CONTINUO debería ser 3.817 metros cúbicos por segundo. Considerando que el 60% se riegue con agua superficial y 40% con agua subterránea, se requerirían 2290 m3/s de agua superficial y 1527 m3/s de agua subterránea. Es de mencionar que este modelo plantea el riego complementario, razón por la cual los efectos del agua sobre el suelo son el resultado de la suma de aguas de lluvia y riego, hay que considerar un adecuado manejo del REQUISITO DE LIXIVIACIÓN, fundamental para el correcto manejo del agua de riego.
Esta meta ¿Es posible con los recursos hídricos disponible? Si, ya que la cuenca del Plata tiene un caudal de 20.000 m3/s, que es 5 veces el caudal continúo requerido o bien los recursos hídricos superficiales del país que son 6,5 veces lo requerido.
Aun así, no debemos olvidar que los fenómenos extremos son por defecto como en este período y también por exceso como cuando sufrimos inundaciones extremas hace pocos años. Esto nos plantea obras de infraestructura para almacenar parte de los excesos para sumarlos como fuente de agua y favorecer el escurrimiento de una parte de ellos para evitar daños en épocas de anomalías positivas.
Según los datos de la Bolsa de Cereales y al momento, se afectaron fuertemente los rendimientos tanto de la fina como de la actual gruesa, que significa una pérdida en exportaciones del 48 %, son unos 21.000 millones de dólares menos que tendrá el Banco Central para atender importaciones y pago de créditos. Por otro lado, la Tesorería nacional recibirá 7300 millones de dólares menos por derechos de exportación (mal llamados retenciones) que no se coparticipan y que bajará su capacidad de gastos.
Ahora está el agua y los suelos aptos, falta saber qué inversión en equipamiento de riego, aparte de las obras de infraestructura se requieren para regar 10 millones de has con riego, de los cuales el 70% por pívot y el 30% por goteo subterráneo. Son unos 20 mil millones de dólares, paradójicamente menos de lo perdido en un solo año y es sabido que si tuviéramos estos sistemas instalados los umbrales productivos serían muy superiores al pasar a otro escalón tecnológico.
Es verdad que debería resolverse la brecha cambiaria, los derechos de exportación, los impuestos a la importación de bienes de capital, establecer la amortización acelerada en inversiones de riego para favorecer la adopción de estas tecnologías en beneficio del país. Pero estas cuentas demuestran la disponibilidad de recursos naturales y la racionalidad de las inversiones y su impacto.
No puede soslayarse la necesidad de promover también el uso de energías renovables para alimentar a estos sistemas de riego, los que pueden aportar al sistema electico energía durante un período del año y demandarla en otro y no olvidarse que hay que diseñar y manejar cada sistema de riego de acuerdo al ambiente en que se encuentre y a los recursos disponibles. ¡A quienes piensan que nos vamos a salvar con el petróleo mejor siembren con riego usando energías renovables!
En un Plan País que atienda estratégicamente estas oportunidades es importante contar con recursos humanos capacitados y es por ello que se lanza el Programa de FAUBA-EPG: Actualización en diseño y operación de Sistemas de Riego Presurizados. Sin agua no hay vida, y con poca todo se resiente. Argentina tiene recursos y conocimientos para generar biomasa y transformarlos en productos ambientalmente sostenibles, le falta una estrategia de desarrollo territorial inclusivo donde incorporar el riego masivo juega un rol ineludible. Se puede y se hará.