Por Emiliano Damonte Taborda
He trabajado muchos años en la industria metalmecánica, me ocupaba de programación de producción y gestión de supplaier chain. Una de las peores cosas que me han pasado, ha sido estar bajo la dirección de un tipo débil. Mi frase es: “lo peor que te puede pasar en la vida laboral es tener un jefe flojo”.
Uno de los signos de los tiempos es la devaluación de la palabra. No es culpa de Alberto, no es el suyo el único caso (aunque se trata de uno de los más sorprendentes que he visto). Vivimos en un mundo donde todo se ha banalizado a tal punto, que no es demasiado importante lo que se diga. La información va sustituyendo rápidamente al conocimiento y nos llega de una manera tan veloz y violenta que es imposible que podamos hacer algo con ella.
Alberto Fernández llegó a Moscú una semana después de haber comenzado a cerrar un acuerdo en Washington con el FMI. Sintiéndose fuerte por el “principio de acuerdo”, dos días después del desplante de Máximo, que evidencia las fracturas de su Gobierno, y recién bajado del avión, probablemente exaltado por un buen desayuno, le ofreció a Putin, ser la puerta de acceso de Rusia a la región (sabe Dios cuál). La imagen me resulta tan disparatada que me parece inventada por Copi. Este presidente sin poder, cuestionado por todos, irascible, débil de carácter, que hace berrinches, que fácilmente se deja envalentonar, que sufre en silencio y que inexorablemente toma siempre y cada vez que lo dejan la peor decisión, parece un personaje literario. Pero lo literario es humano, y por lo tanto no lo excede, Alberto es real. Sisi, podemos vanagloriarnos de esto, este personaje que sería la envidia de cualquier novelista, es completamente real y argentino. ¡Tomá mate con chocolate!
Pero la verdad es que el tipo está ahí, sentado con uno de los tres tipos más poderosos de la tierra hoy en día, hablando de geopolítica. ¿Qué seduce a Putin de Alberto? ¿Qué puede ofrecerle? ¿Creerá que Alberto tiene algún poder para abrir alguna puerta? ¿Y Xi Jinping? ¿Nos hemos vuelto locos? Estos tipos rajaron a Napoleón, sacaron a los nazis de su país y ganaron la guerra entrando a Berlín, son un pueblo recio, acostumbrado a vivir al margen de Europa, orgullosos de no ser europeos, con una idea clara de su “ser ruso”. ¿Creerán que este presidente sudamericano devaluado, débil, dependiente, ignorante, sin apoyo ni formación diplomática, representante de un partido fracturado, perdedor en las elecciones más recientes, con minoría en el parlamento, puede ofrecerles algo? Y mientras hago la pregunta, tengo la respuesta. Si, creen que puede ofrecerles algo. Si algo le sobra a Alberto Fernández, es fragilidad. Una pasmosa, evidente, desoladora “debilidad”.
Putin, aislado más que nunca, desgastado por más de 20 años de poder y complicado en una encrucijada en la que se ha metido solo, encontró al socio ideal, un hombre débil e incapaz, necesitado de plata y presidente de un país con recursos gigantescos.
Mi análisis por el momento no irá más allá de esto. Necesitaba responder a esta pregunta: ¿Qué busca Putin en Fernández? No tengo la menor duda de que Alberto no tiene idea de que es lo que busca en Putin.
- Anexo acuerdo FMI
Si alguien cree que la negociación con el FMI está cerrada, le aviso que se equivoca. Ese acuerdo deberá sortear primero las incomprensibles torpezas diplomáticas de este Gobierno, luego sus fracturas internas, y al final conformar a la oposición (el menor de los problemas). El Gobierno de Alberto será durante los próximos dos años, algo así como un “perdido por perdido”. La oposición deberá estar muy atenta a la responsabilidad que le cabe teniendo mayoría en las cámaras, porque es responsable de salvar lo salvable, y debo decir que en estos primeros meses no me han sorprendido por cohesión y coherencia.