«Niños soldados, mujeres que padecen violencia, víctimas de la trata de personas y del narcotráfico, refugiados que huyen de la guerra y personas sin trabajo. Todos ellos estuvieron presentes en el discurso del Papa Francisco por la Navidad. El sumo pontífice pidió por el fin de los conflictos bélicos y clamó por la necesidad del «diálogo directo» para «alcanzar un entendimiento que permita a los pueblos convivir en armonía». Asomado al balcón de la Logia central de la basílica de San Pedro para la tradicional bendición «Urbi et Orbi» (a la ciudad y al mundo), Francisco hizo un repaso por las guerras y males que afligen el mundo.
Recordó los «atroces actos terroristas» cometidos recientemente en Beirut, París, Bamako, Túnez y en los cielos de Egipto y pidió el esfuerzo «unánime» de la comunidad internacional para acabar con la violencia en Siria, Libia, Ucrania y África.
Comenzó por Tierra Santa, al recordar que «precisamente allí donde el Hijo de Dios vino al mundo, continúan las tensiones y las violencias y la paz queda como un don que se debe pedir y construir».
Abogó también porque «los israelíes y palestinos puedan retomar el diálogo directo y alcanzar un entendimiento que permita a los dos pueblos convivir en armonía, superando un conflicto que les enfrenta desde hace tanto tiempo».
El sumo pontífice también expresó su anhelo de que «el acuerdo alcanzado en el seno de las Naciones Unidas logre cuanto antes acallar el fragor de las armas en Siria y remediar la gravísima situación humanitaria de una población extenuada».
Además, señaló la urgencia de que «el acuerdo sobre Libia encuentre el apoyo de todos, para que se superen las graves divisiones y violencias que afligen el país».
También pidió por Colombia, para que su pueblo, «animado por la esperanza, continúe buscando con tesón la anhelada paz».
El Papa afirmó que «donde nace Dios, nace la esperanza y donde nace la esperanza, las personas encuentran la dignidad», pero, «sin embargo, todavía hoy muchos hombres y mujeres son privados de su dignidad humana».
Entre ellos, Francisco habló de los niños soldados, de la mujeres que padecen violencia, de las víctimas de la trata de personas y del narcotráfico y también recordó a los refugiados que huyen de la guerra y a las personas sin trabajo.
Su mensaje de Navidad fue un nuevo llamamiento para que la comunidad internacional «ponga su atención de manera unánime» para que «cesen las atrocidades» en Irak, Yemen y en el África subsahariana y pidió la paz en República Democrática del Congo, Burundi y Sudán del Sur.
Recordó «a cuantos han sido golpeados por los atroces actos terroristas, particularmente en las recientes masacres sucedidas en los cielos de Egipto, en Beirut, París, Bamako y Túnez».