Las entidades que agrupan a productores y exportadores de citrus en Entre Ríos difundieron un duro documento para difundir la realidad que atraviesa el sector. Bajo el título “La Citricultura se muere y no por causas naturales”, el informe advierte que “la citricultura se está muriendo y muchos productores están sumidos en la desesperación. No se trata de una muerte natural sino por abandono, por ausencia de Políticas de Estado”. Remarcaron que “no es culpa de la crisis internacional” y ejemplificaron que el vecino Uruguay logró notables avances con una fruta de similar calidad. Aseguraron que la citricultura que “hoy pareciera condenada a muerte no es asunto de terratenientes sino de familias. El 80% es agricultura familiar pura, en superficies de 20 a 30 hectáreas”.
Los principales referentes de seis entidades del sector se congregaron ayer en la sede de la Asociación Citricultores de Concordia para advertir los estragos que causa una crisis sin aparente visos de solución, al menos en el corto plazo. “Lo que no pudieron las duras heladas ni la grave crisis de 2001, lo está consiguiendo la inacción del Estado Nacional, que no reacciona ante la agonía de un sector del que dependen las familias de más de 2000 productores, de alrededor de 40.000 trabajadores entre empleados directos e indirectos, y de cientos de proveedores de servicios e insumos”, consigna el escrito.
El texto menciona que decenas de audiencias, informes de situación, insistentes gestiones del gobierno de Entre Ríos, “nada alcanzó ni alcanza para que los funcionarios nacionales se pongan a la altura del desastre”.
“Las gestiones que hemos impulsado las entidades se han revelado ineficaces para lograr del Estado las soluciones que sólo de él dependen, por lo que nos debemos una sincera autocrítica, a la par que estemos llamados a redoblar esfuerzos para consolidar la unidad de todos los eslabones de la citricultura y fortalecer el vínculo con nuestras comunidades”, añade.
A “la crisis que presenta el sector citrícola subyace una crisis social que hace más compleja la resolución del problema”, advirtió Julio Jaime.
El documento también pone de relieve la pérdida de mercados externos. “Una actividad de alto impacto social se precipita en el vacío. En 2008 éramos el primer exportador de mandarinas del hemisferio sur y hoy no existimos. La caída es del 70%. En naranjas, la disminución es del 90%”. Y aclara: “No es culpa de la crisis internacional. El vecino Uruguay, con una fruta de similar calidad a la nuestra y en el mismo contexto mundial, ha conseguido ingresar en los potentes mercados de Brasil y Estados Unidos. Perú no para de crecer”.
Aseguran también que “el que tiene alma de citricultor se siente morir cuando no le queda otra que tirar la fruta de reconocida calidad internacional porque no le pagan nada por ella en el mercado interno, e intentar venderla al mundo lo hunde en la bancarrota, mientras el Estado Nacional permanece indiferente”.
Sostiene que la citricultura que “hoy pareciera condenada a muerte no es asunto de terratenientes sino de familias. El 80% es agricultura familiar pura, en superficies de 20 a 30 hectáreas”.
Insisten en que los números son inapelables. El costo de producción y cosecha asciende a $1,50 por kilo, mientras que el precio de venta en el mercado interno es de $0,50. “En otras palabras, se vende a $0,50 lo que cuesta producir a $1,50. Como si fuera poco, en las góndolas la fruta es vendida al consumidor a $10 el kilo”.
Un apartado del trabajo consensuado por las entidades detalla que la crisis es producto de la combinación de “todos los elementos”. Llamada la “Tormenta Perfecta” enumera una serie de factores que inciden de modo directo en la actual coyuntura.
Desaparición de la rentabilidad y atraso cambiario. “Rusia comprador de nuestras mandarinas devaluó su moneda 92% en los últimos 12 meses. Europa el 20”.
-Elevadísimos aranceles de exportación, entre 16 y 23%. Los competidores lograron arancel cero.
-Imposibilidad de acceder a mercados rentables, como Estados Unidos y Brasil. Inflación en dólares y excesivos costos internos. Asfixiante presión tributaria. Atraso en el cobro del IVA y los reintegros.
-Sin créditos acordes a los tiempos de la actividad que permitan la reconversión. Productores de países competidores tienen créditos al 5% anual. Aquí, si es que se consiguen, el 30%.
-Ruptura de la cadena de pagos, concurso de acreedores y quebrantos.
-Carencia de recursos para afrontar la cura de las plantas, con el consiguiente riesgo de que Argentina pierda el estatus de país libre de HLB.
-Senasa. Como autoridad de contralor fitosanitario, el organismo está absolutamente desfinanciado y con graves deficiencias en la operación, perjudicando con sus trabas toda la actividad.
Postulan, asimismo, una batería de medidas que atiendan las urgencias; además proponen soluciones de fondo.
Como punto de partida consideran que debe haber decisión política. “Si las autoridades nacionales deciden salvar a la citricultura, todo es posible”.
-Créditos a tasa blanda y con períodos de gracia, diseñados en función de un cultivo perenne.
-Apertura de mercados. Gestión urgente para abrir los mercados de Brasil y Estados Unidos. Dólar diferencial para la fruta. Una reforma tributaria que adapta la presión fiscal a las características propias de la actividad.
-Estímulo a la incorporación de más mano de obra registrada mediante una atenuación de la carga tributaria, reconociendo en el citrus una de las pocas actividades económicas cuya mano de obra artesanal es insustituible. Ni la cosecha, ni la poda ni el raleo pueden ser hechas por máquinas.
-Apoyo del Estado para promover el consumo interno de citrus en espacios como el Fútbol para Todos. Insertar la fruta fresca y al jugo cítrico, con sus reconocidas propiedades saludables, en la dieta de los colegios.
-Observatorio de precios que vigile la evolución de los costos desde la planta hasta lo que paga el consumidor final.
-Tratamiento de la Ley de Creación del Fondo Nacional Citrícola.
-Devolución a los productores del capital de trabajo perdido en 2015, estimado en $1.800 millones de pesos, imprescindibles para que se eviten los inminentes quebrantos y se pueda continuar con la actividad en las próxima temporada, curando y preparando las quintas. Tal cifra, crucial para salvar la citricultura, resulta irrelevante para el gobierno nacional si se compara con los beneficios que otorga a otros sectores de la economía. Por ejemplo, favorece a la Industria Electrónica de Tierra del Fuego exceptuándola del pago de impuestos por 23.500 millones de pesos al año.
-Modificación del artículo 26 de la Ley de Impuestos Internos, para elevar el porcentaje de jugo natural en las bebidas sin alcohol a base de frutas.
El documento fue suscripto por el pleno de la dirigencia entrerriana: Mariano Caprarulo (Cámara de Exportadores de Citrus de Entre Ríos); Julio Jaime (Federación del Citrus); Gustavo Cechetto, (Asociación Citricultores de Villa del Rosario); Maximiliano Agosti, (Asociación Citricultores de Federación); Javier Silvestri (Asociación Citricultores de Chajarí) y Cecil Taylor (Asociación Citricultores de Concordia).
LA CRISIS EN PRIMERA PERSONA
Jorge Bonelli pertenece a una empresa de Chajarí integrada por 150 productores con más de 50 años de existencia. Tercera generación de citricultores, “hace 20 años la empresa empezó a exportar pero dada la crisis en los últimos cuatro o cinco años hemos tenido que desprendernos de dos propiedades para ir tratando de paliar la situación. De 700 hectáreas que teníamos en actividad, además de la fruta que se compraba a productores de Entre Ríos, Corrientes y Misiones este año seguramente vamos a poder trabajar nada más que 400. En los años de bonanza pudimos exportar cerca de 1 millón de cajas, estos dos últimos años no llegamos al 10%. Considero que esta situación no da para más, el gobierno hace oídos sordos en forma permanente”, contó.
Recordó que en épocas anteriores “si los distintos administradores del Estado Nacional aumentaban el gasoil hacíamos lío, reclamábamos, nos movilizábamos. Hoy estamos chatos, quietos. Si el Gobierno Nacional no toma medidas en serio los años que se avecinan van a ser muy complicados. Espero que todavía tengamos tiempo y algunas empresas y pequeños y medianos productores puedan seguir trabajando. Nos preocupa en demasía que entre 250 y 300 personas que han trabajado durante muchos años con nosotros queden sin empleo”.
Gustavo Cechetto, por su parte, explicó que la caída de las exportaciones “perjudica también al pequeño y mediano productor. Dependiente mayormente del mercado interno, los excedentes han hecho que hoy el mercado interno esté colapsado. Se ha tornado muy difícil trabajar. La realidad es que hoy el productor citrícola no tiene rentabilidad. Estamos vendiendo por debajo de los costos de producción y se complica seguir produciendo fruta fresca de calidad para poder llegar a los mercados. Si no hay un cambio inmediato nos esperan años muy difíciles. La realidad es que no cierran los números”.
FINANCIAMIENTO
Acerca del anuncio de una línea de créditos del Banco Nación por 40 millones de pesos destinada a financiar toda la cadena productiva, Mariano Caprarulo graficó: “Si tenemos en cuenta los $1.200 millones que perdió el sector y la indiferencia del gobierno nacional, es como darle un calmante a una persona con una enfermedad terminal”.
Los préstamos disponibles en las sucursales de la entidad en Federación, Chajarí y Concordia ni siquiera asoman como un atenuante para los productores. “Con la pérdida que han tenido los productores no es suficiente pero si hablan con el directorio del Banco Nación les van a decir que la citricultura no está en problemas. Es un monto para arrancar. A nuestro criterio es un buen crédito pero todos los créditos que se toman en el contexto actual no sirven. Si no le podemos dar información a los productores en el próximo mes, ninguno se va arriesgar a tomar un crédito, por más que sea a tasas blandas”, precisó Cecil Taylor.