El intendente de Villa Paranacito, Gabriel García, se posiciona ante la emergencia hídrica con el pesimismo de la voluntad. Sabe de lo complejo del escenario, pero debe transmitir confianza y serenidad.
Gabriel García sabe que las aguas bajarán, pero los problemas no. El intendente de 40 años (FpV) asumió sus funciones dos semanas antes del comienzo de la inundación. Al igual que sus vecinos, no tiene tregua desde fines de 2015. Atiende en su despacho de la Comuna, que está sobre la costanera (Ruta N°46), frente al Paranacito. Con la planta baja sumergida, la actividad se concentra en el piso superior. Para acceder hay que caminar unos 100 metros por una angosta pasarela de madera con una sola baranda que rodea el edificio.
“Si bien la altura máxima del río ha bajado 30 centímetros en estos días, todavía sigue muy por encima de los valores normales. Más del 95 por ciento del ejido se encuentra en una situación crítica. Esto repercute en distintas áreas, siendo el sector productivo uno de los más afectados.
El pico máximo lo tuvimos alrededor de 15 días atrás, como combinación de las lluvias en La Paz, más las crecidas de los ríos Uruguay, Paraná, Gualeguay y también el Río de la Plata; además de las lluvias locales”, explica García. El pico llegó a los 4,03 metros y quedó marcado en todas las paredes y columnas de alumbrado.
“La situación es angustiante, sobre todo para la población que lo vive en el tiempo. Los pronósticos no son alentadores, mucho menos para el sector productivo. Sabemos que el río va a empezar a bajar, no obstante los informes anuncian que por tres meses vamos a tener niveles altos de agua”.