Ya no discutimos hechos porque estos se han desintegrado en un lodazal simbólico que me recuerda a “El Matadero”, de Esteban Echeverría
“Por un lado, dos muchachos se adiestraban en el manejo del cuchillo, tirándose horrendos tajos y reveses; por otro, cuatro, ya adolescentes, ventilaban el derecho a una tripa gorda y un mondongo que habían robado a un carnicero; y no de ellos distante, porción de perros, flacos ya de la forzosa abstinencia, empleaban el mismo medio para saber quién se llevaría un hígado envuelto en barro. Simulacro en pequeño era éste del modo bárbaro con que se ventilan en nuestro país las cuestiones y los derechos individuales y sociales.” Y tras pintar este cuadro, que viene ya de algunas páginas, el autor reconoce su impotencia para describir lo que está viendo y lacónicamente concluye: “En fin, la escena que se representaba en el matadero era para vista, no para escrita”
Difícil hoy pintar un cuadro de lo que estamos viendo en este cambio de época, y alguno me dirá que me equivoco al decir que no discutimos hechos y tal vez tenga un poco de razón, pero tal vez no. Tras la catastrófica caída del Campokirchnerismo filoperonista que marcó el paupérrimo Gobierno de Alberto Fernández y que tuvo como acto conclusivo la arremetida a golpes de emisión, caja y maquinaria extorsiva de Sergio Massa, pensé que presenciaríamos una morigeración del relato. Personalmente el relato me incomoda, y tal vez sea una cuestión de ego, algo personal que debería tratar en terapia, pero me da la sensación de que nos toman por boludos, se me disculpe el exabrupto, que no es el primero ni será el último.
El ejemplo de las tarifas y el déficit fiscal
Entiendo que sigue siendo absolutamente imprescindible ajustar las tarifas que por años el kirchnerismo pisó, y a las que Macri no dio más que un ligero respiro (pero de una ligereza muy ligera). Estamos en un país en el que la energía se pagó cualquier cosa (la diferencia la pagaba el Estado, con emisión); un país en el que había tipos que esgrimían alegremente el concepto de “desacople”, por ejemplo, insinuando que nuestros precios en realidad podían ser reducidos a un ámbito estrictamente local y separados del mundo; o tipos que se inventaron al “Supercontrolador de precios” para que a nadie se le ocurriera ganar lo que correspondía, o atreverse a adecuar sus precios a los costos reales de producción, y aberraciones de este tipo. Entendemos muy bien que es necesario adecuar las tarifas para que pueda sostenerse el sistema y para que en algún momento pueda aparecer alguien que invierta en esta tierra, lo entendemos y parecemos estar dispuestos a hacer el esfuerzo, y es por eso, que no es necesario que nos cuenten el cuento del equilibrio fiscal, porque ahí es que yo, empiezo a sentir que me toman por boludo.
Este aparente equilibrio fiscal se alcanzó eliminando la obra pública, dejando de pagarle a Cammesa y refinanciando con bonos, devaluando las jubilaciones y por ejemplo no girándole hasta hoy un centavo a Salto Grande (trabajo para medios en Entre Ríos pero lo mismo pasa con Yaciretá) para mantenimiento de la Central Hidroeléctrica. Porque no hay plata, y todos lo entendemos, pero de nuevo, no me hagas el cuento del equilibrio fiscal. Si dejo de pagar la luz en casa, o peor, de darle de comer a mi abuelo, no estoy haciendo eficiencia. Insisto para que no se malentienda: había que hacer esto, no hay otro camino, pero miráme a los ojos y no me endulces los oídos.
Más relato
Volviendo al relato, hoy no discutimos hechos, sino guiones que quienes son llamados a interpretarlos, representan. El esquema “Adorni por la mañana y Jhonny Viale por la noche” funciona muy bien y es replicado puntualmente. Por esto creo que es necesario mantener bien afilado el espíritu crítico y evitar repetir pavadas del tipo: “Se está acomodando la macro”, que es algo que para cualquiera de nosotros no significa absolutamente nada, y dudo tenga algún significado concreto como proposición lógica.
El relato no refuerza, distorsiona
Festejo que desarmen y si es posible que metan en cana a quienes vivieron de la pobreza y trabajaron para perpetuarla por años en la Argentina, pero no creo que como dice Patricia Bullrich, Cristina “creó a las organizaciones sociales para extorsionar a los pobres”. ¿Para qué? No hace falta hacer una afirmación tan precaria. Cristina tiene que ir en cana porque estuvo a la cabeza de un mecanismo de extracción de las arcas del Estado que se afanó un PBI, y no lo digo yo sino un fallo en la causa Vialidad por el que fue condenada a seis años de prisión en primera instancia y por la que el fiscal ante la Cámara Federal de Casación Penal, Mario Villar, pidió 12 años. El relato acá, como siempre, está de más y distorsiona.
Relato para rato
Todo indica, que más allá del camino que nos toque transitar, la industria del relato ha llegado para quedarse en un mundo cada vez más informado y menos formado. Por eso, más que nunca, espíritu crítico afilado y ojos desconfiados, que no nos quieran contar el final de un cuento que ni ellos conocen, que no nos nublen la vista porque “En fin, la escena que se representaba en el matadero era para vista, no para escrita”, haciendo mías las palabras y el desencanto que manifiesta Echeverría
Que sea claro siempre que la institucionalidad y la legalidad son el único camino válido a largo plazo; compremos con cuidado todo, mercadería, servicios y cuentos, que para estos últimos prefiero a Borges, Cortázar, Hoffmann, Hesse o Echeverría, por citar algunos.
Solidaridad, empatía, respeto por la dificultad del otro, generosidad y paciencia, espíritu crítico que más no se pueda, ojos abiertos y equilibrio emocional, les augura El Aguijón.