Por Emiliano Damonte Taborda
El 22 de agosto pasado publicaba una nota de opinión en redesdenoticias.com.ar titulada: “Santiago Cafiero, traductor de lo inexpicable o fusible recalentado”. Cafiero en esos tiempos Jefe de Gabinete, hacía malabares para explicar lo inexplicable, misión que parece ser una condena que arrastra adonde sea que la vida política lo lleve. Deberá explicar mañana una serie de posturas geopolíticas asumidas por el Gobierno y hacerlas pasar por “malentendidos” o “torpezas” sin mala intención. Argentina se juega el acuerdo con el FMI y lo poco que le queda de imagen positiva internacional.
El canciller se encontrará con Antony Blinken, secretario de Estado y Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes. El encuentro me recuerda a los llamados del Director del colegio en el que hice el secundario. Cada vez que me presentaba ante él me encontraba en la difícil situación de explicar algo de lo que no tenía chance de salir bien parado. Con el tiempo aprendí que a menos que tuviera una explicación contundente, era mejor quedarme callado y aceptar todas las reprimendas y consecuencias con “cristiana resignación”.
Estados Unidos está en disputa abierta con los regímenes de Cuba, Nicaragua, Venezuela e Irán. Blinken condenó abiertamente la posición tibia de los países de la región presentes en el acto de Managua y se mostró perplejo ante la inacción argentina frente a la presencia de Moshén Rezai, iraní principal acusado con pedido de captura internacional, por el ataque a la AMIA en 1994 que dejó un saldo de 85 argentinos muertos y más de 300 heridos (Recordar Memorándum de acuerdo con Irán, Cristina Kirchner, homicidio del FIscal Alberto Nisman).
Puedo imaginarme al Canicller con la cabeza gacha, sentado en una sillita ubicada en el medio de un salón y de frente a sus examinadores. ¿Cómo hará para explicar el comportamiento del Gobierno al cuál representará más que nunca en ese momento?
Deberá explicar que su Gobierno, que preside la CELAC, un organismo sostenido por Cuba, Venezuela y Nicaragua como alternativa a la OEA, con sólidas relaciones con China, en realidad la preside así, no muy en serio, de onda casi. Pero no apoya ni está de acuerdo con ninguno de los regímenes representados en la organización.
Deberá explicar que Argentina no está coqueteando con Rusia y China y proponiéndose como socio estratégico en la región de las dos potencias.
Deberá hacerles entender que se trata solo de un malentendido, aún cuando Alberto Fernández se reunirá en los próximos meses con Vladimir Putin y Xi Jinping.
Con el Premier chino, participará de la apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno, a los que Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Australia, hasta el momento, han anunciado que no enviarán representación institucional. Este boicot institucional de algunas de las principales potencias deportivas y políticas del mundo, es una protesta por los “abusos contra los derechos humanos” en la provincia china de Xinjiang.
La presencia de Alberto, máximo representante posible de la República Argentina, en los juegos Olímpicos de invierno es parte de la celebración de los 50 años de relaciones diplomáticas entre China y Argentina.
Cafiero seguramente logrará explicarle a sus interlocutores que se trata simplemente de una visita de cortesía. En el peor de los casos de una desprolijidad diplomática.
Cafiero será recibido para dar explicaciones merced a la excelente gestión del embajador Arguello, respetado por Blinken y Brian Nichols (Subsecretario de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado) que se ocupa de América Latina. No caben dudas que de no mediar el muy buen trabajo de Arguello, ni siquiera se le hubiera dado esta oportunidad al Gobierno Argentino.
Cafiero se sentará mañana con animales hechos de una madera muy diferente a la que puede estar acostumbrado por su experiencia en la función pública. Estará con gente formada para estas cosas, preparada y con herramientas de sobra para no dejarse enredar en una dialéctica fútil.
El carácter bipolar del Gobierno Argentino no es un misterio para nadie. Se ve en cada acto de gestión. Entonces es probable que Cafiero, en lugar de tratar de convencer a Blinken y compañía de que se equivocan, deba escuchar y asentir, y si tiene la oportunidad, explicar como hará el Gobierno Argentino para resolver sus problemas internos, que son los que lo empujan de un lado al otro sin rumbo. Hoy los bonos argentinos en Wall Street tocaron sus mínimos históricos.
La sensación que deja esta visita de Cafiero a Washington, es que probablemente, otra vez en la historia argentina, tenemos al hombre equivocado, en el lugar equivocado y a la hora equivocada.