Si hay una frase que resuena a menudo en la boca de la triada de contadores que maneja el gobierno entrerriano, esa es: “orden de las cuentas públicas”. El ejercicio 2021 cerró con un superávit de 18 mil millones de pesos, el 2022 lo hará de modo similar (incluso en términos reales) y el presupuesto 2023 no prevé déficit. Prevé además la constitución de un fondo de morigeración de los efectos de la variación del tipo de cambio.
Si se le pregunta a cualquier entrerriano más o menos “apartidario” de más 40 años, especialmente si es empleado público, Sergio Montiel fue un muy mal gobernador porque se atrasaba en el pago de sueldos y en cambio, Jorge Busti fue muy bueno porque pagaba “los sueldos en tiempo y forma”. Desde aquellos años, gobernar Entre Ríos es pagar sueldos.
Sin necesidad de repetir la frase, quienes les sucedieron hicieron la plancha sobre esa verdad establecida.
En la Cuenta General del Ejercicio 2021, figura que los gastos atribuibles al presupuesto 2.021 alcanzaron la suma de $ 303.012 millones, conformados por erogaciones corrientes de $287.068 millones y erogaciones de capital de $ 15.944 millones. Un 95% fueron gastos corrientes y el 5% restante de capital. El 90% de los gastos corrientes se va en pago de sueldos, jubilaciones, coparticipación a municipios y comunas y contratos.
De los gastos de capital, el 70% se va en bienes de uso.
Va de nuevo, de todos los gastos del Estado entrerriano durante 2021 el 5%, nada más, fue a inversiones (erogaciones de capital) y de esa ínfima parte del gasto total el 70% de fue a parar a bienes de uso (90% construcciones y 8,9 maquinarias y equipos). Otro 20% de ese pequeño 5% del total del gasto fue a parar a activos financieros como la compra de Letras del Tesoro de la República Argentina.
Para ponerlo un poco en palabras y salir de tanto número, viene bien un título que publicó el gobierno entrerriano a mediados de este año que se termina: “Bordet licitó la obra más importante de los últimos 20 años para el desarrollo gasífero del norte entrerriano”. La obra es el gasoducto que unirá Los Conquistadores y Chajarí, con 52 kms de extensión y que implica una inversión de más de dos mil millones de pesos. Una inversión menor a lo que se gastó en activos financieros en el ejercicio 2021.
En el presupuesto 2022, (todavía no se cuenta con la Cuenta General del Ejercicio), la previsión era similar: de los gastos totales por 447 mil millones de pesos, solamente 66 mil millones se destinaban a gastos de capital y 45 mil, un 10% del total, a la Inversión Real Directa. El ejemplo del ejercicio 2021 sigue la experiencia previa de que del total presupuestado en gasto de capital y en especial en Inversión Real Directa termina siendo muy inferior a la hora de ver el ejecutado. Este año 2022 hasta la planilla de octubre puede ser la excepción con un gasto de 60 mil millones, sobre un total cercano a los 500 mil. Aunque es probable que el cierre del año “balancee” esos números hacia los parámetros habituales.
El presupuesto 2023 repite el esquema previo. Sobre un total cercano billón de pesos, se prevén 100 mil millones en gastos de capital y 78 mil en Inversión Real Directa.
Instituciones dedicadas al estudio de la economía provincial y dirigentes de la oposición han advertido en diversas declaraciones periodísticas que el gasto en sueldos y jubilaciones termina absorbiendo la mayor parte de los ingresos entrerrianos.
También en declaraciones periodísticas, representantes de sectores de la producción han dado cuenta de la resignación ante la ausencia del Estado entrerriano en el mantenimiento y conservación de los caminos de tierra. De hecho, el gobierno entrerriano difundió en su momento de la gestión ante el Banco Interamericano de Desarrollo de un préstamo de 400 millones de dólares para enripiar los caminos provinciales, reconociendo su incapacidad para hacer frente a un desafío tan básico con recursos propios.
Darío Toller, productor citrícola de la zona de Chajarí, en una entrevista con el programa “Lo que queda del día” en Oid Mortales Radio contaba que “con los caminos de tierra nos arreglamos como podemos”, dando muestras de que ya ni reclamos se hacen por la presencia del Estado en ese terreno.
En cuanto a obras de infraestructura en materia energética, el propio gobierno ya lo ha dicho: “la más importante en 20 años en el desarrollo gasífero” es una inversión de 2 mil millones (el presupuesto provincial 2023 ronda el billón de pesos).
En otras áreas, las novedades brillan por su ausencia, como en la construcción de escuelas, desarrollo portuario, obras nuevas en salud o todo aquello que debería ser parte de la Inversión Real Directa por parte del Estado, especialmente aquella que redunde en nueva actividad económica que reproduzca la riqueza que se oculta bajo el suelo entrerriano.
A falta de iniciativas, los entrerrianos nos hemos conformado con muy poco. Gobernar la provincia se ha traducido en pagar sueldos y la resonante frase del equilibrio fiscal es el eco de la quietud por la falta de vitalidad.