Marcelo Alejandro Acosta, ex chofer de la Gobernación y el Ministerio de Desarrollo Social de Entre Ríos, quien fuera detenido el año pasado con 20 kilogramos de cocaína, se encuentra en el Penal Federal de Colonia Pinto, en Santiago del Estero, ubicada a 30 kilómetros de la capital provincial.
Hasta allí fue trasladado el 25 de noviembre de 2014, pero recién en los últimos días se pudo confirmar periodísticamente. Acosta estaba detenido en la Cárcel de Ezeiza, por una disposición interna del Servicio Penitenciario Federal y a disposición del Juzgado Federal de Eldorado (Misiones) y en la decisión de trasladarlo no tuvo injerencia ningún juez, según se acotó.
Fuentes del Servicio Penitenciario señalaron que fue un “traslado como tantos” que se hacen dentro de todo el país, pero no supieron precisar por qué se hizo un cambio de jurisdicción tan drástico, de Ezeiza a Colonia Pinto.
Así, desde fines de noviembre, está a 418 kilómetros de Paraná, donde reside su familia: en el Instituto Penal Federal de Colonia Pinto, una cárcel relativamente nueva (fue creada en el 2008), desplegada en 4 hectáreas, con 7 pabellones y donde conviven 150 internos varones, entre procesados y condenados. La prisión federal santiagueña no posee medidas extremas de seguridad; más bien al contrario, se trata casi de una colonia en la que los internos realizan tareas de carpintería, herrería y huerta, entre otras actividades. El penal se encuentra a unos 30 kilómetros de la capital santiagueña, hacia el este.
La noticia no tuvo ningún impacto en la provincia norteña sencillamente porque no resulta un nombre familiar y porque el operativo se realizó con mucha discreción. De hecho, ni siquiera las más altas autoridades de la provincia, incluidos la gobernadora Claudia Ledesma Abdala de Zamora (PJ) y su esposa, el senador y presidente provisional del Senado, Gerardo Zamora (PJ), sabían del traslado. Aunque se apuraron en señalar que “no hubo injerencia de la justicia provincial ni de la federal”, como tratando de deslindar cualquier responsabilidad.
Marcelo Alejandro Acosta estaba preso desde fines de mayo del año pasado en la cárcel de máxima seguridad de Ezeiza, hasta donde siempre llegaron “algunos amigos” para visitarlo, dejarle dinero y ver qué necesitaba.
El hecho lo denunció públicamente la revista “Análisis” en su edición del 13 de agosto del año pasado, lo que tuvo amplia repercusión nacional. Acosta se negó a declarar apenas fue detenido en la autopista, en las proximidades de la localidad de San Lorenzo, ese 13 de mayo, junto a otros integrantes de la banda de Los Lagartos de Rosario, a quienes hacía casi dos años le venían siguiendo los movimientos.
Además de las vinculaciones de Acosta con Gonzalo Caudana, uno de los jefes del narcotráfico de Paraná y zonas aledañas (actualmente con prisión domiciliaria, pero con su esposa Laura Spoturno detenida en la cárcel de mujeres), quien le prestó su automóvil Peugeot 307 para que traslade los 20 kilos de cocaína, apareció otra relación con la capital entrerriana.
Sucede que entre los detenidos se encuentra Constanza Melisa Baldi, nacida en Paraná en 1992, pero con domicilio en Rosario dese hace algunos años. No obstante, sus padres siguen residiendo en la capital entrerriana. La joven de 22 años tiene un hijo y es pareja de Edgardo Emilio Refour, otro de los miembros de la banda Los Lagartos, quien también cayó en el operativo de la Policía Federal en la autopista, pero fue excarcelada después de dos meses de prisión.
Ellos iban secundando a Acosta, cuando manejaba el Peugeot 307, que una semana antes de tal hecho había sido visto en manos de Caudana, pese a que el vehículo aún sigue figurando a nombre de una mujer de más de 70 años de Rosario del Tala. Cuando lo interceptaron a Acosta, a los policías sorprendió su reacción.
“Me tengo que ir; yo no tengo nada que ver con nada. Me voy sin el auto; lo dejo acá”, dijo nervioso el empleado público entrerriano, lo que motivó aún más a los sabuesos para que no lo dejaran mover, pese a que desconocían la cantidad de droga que había en tal coche. Pero tuvieron que esperar hasta casi la medianoche para que llegara por mail la orden del juez federal de Eldorado (Misiones), José Luis Casals, quien había iniciado la investigación.
En el automóvil que conducía el chofer oficial (a quien habían retornado al Ministerio de Desarrollo Social un mes antes de su detención, según el ministro Adán Bahl, aunque le iniciaron un sumario administrativo cuando salió esta publicación) aparecieron los 20 kilos de cocaína y le secuestraron además dos dispositivos de comunicación móvil (un Motorola de Nextel y un Blackberry de Telecom Personal, cuyos cruces de llamadas de los últimos meses se están procesando y aparecerían sorprendentes novedades), además de 1.300 pesos que disponía. Lo venían escuchando varios kilómetros antes, a través de las órdenes que le daba uno de los jefes de la banda –que iba en otro vehículo-, a través de un aparato de Nextel, como tenía Acosta.